Es muy común confundir estos términos y caer en el error.
Que un producto tenga muchas utilidades (funcionalidad) no quiere decir que sea realmente útil para el usuario y que este sepa usar esas utilidades de forma eficiente y satisfactoria (usabilidad).
Es más, me atrevo a decir que en la mayoría de los casos (que no todos) el aumentar la funcionalidad disminuye la usabilidad.